Uno de los procesos naturales y necesarios del cuerpo humano es el estrés, el cual está controlado por nuestro sistema nervioso central (SNC). Sin entrar en tecnicismos, el estrés es una respuesta psicológica y fisiológica de un individuo que intenta adaptarse a las presiones y/o cambios a los que se ve sometido. Esta respuesta es originada por el instinto de supervivencia e intervienen muchos órganos y funciones del cuerpo como el el flujo sanguíneo, el corazón, el cerebro, los músculos, la digestión… Por lo tanto, hay que tener en cuenta que cierto nivel de estrés NO es malo, al contrario, es una respuesta automática ante condiciones externas que resultan amenazadoras o desafiantes, que requieren una movilización de recursos físicos, mentales y conductuales para hacerles frente y que a veces perturban el equilibrio emocional de la persona. Así pues, cierta cantidad de estrés es necesaria para que el organismo responda adecuadamente a los retos y a los cambios de la vida diaria.
¿Qué sucede cuando un exceso de estrés está presente en nosotros?
Aparece un desequilibrio, tanto fisiológico como emocional, “enfermamos”. Empieza una cadena de acontecimientos metabólicos y bioquímicos, en donde se envían señales al cerebro para la producción de glucocorticoides como el “Cortisol”, entre otros.
Desde los primeras investigaciones científicas realizadas por Seliey en 1936, se ha demostrado que el exceso de cortisol puede llegar a generar problemas en el sistema digestivo (nuestro segundo cerebro), provocando una hiper-acidez, lo que genera muchos inconvenientes como gases, pesadez estomacal, úlceras y disbiosis (disminución de la flora intestinal, los llamados probóticos) desencadenándose un problema en el sistema inmune. Es decir, que el organismo en su intento de conseguir la homesotasis o equilibrio y hacer frente a la situación de estrés, inhibe el funcionamiento de los sistemas con mayor gasto energético como el digestivo, el crecimiento y el sistema inmunológico.
Por otro lado, el estrés como desencadenante de un proceso fisiológico, compromete la producción de ciertos neurotransmisores como el ácido gamma aminobutírico, la dopamina o la serotonina. Se ha comprobado experimentalmente que la presencia de ansiedad y estrés constante conllevan a un desequilibro bioquímico de estos neurotransmisores, los cuales están implicados en las reacciones que rigen nuestro pensamiento, emociones, movimientos, concentración, memoria y demás funciones de supervivencia (sueño, reflejos, digestión y respiración).
Investigaciones realizadas por varios científicos, encontraron que la exposición prolongada a condiciones de estrés durante el desarrollo temprano, como el aislamiento de la madre, o la exposición a ruido y luz intensa, podrían ejercer efectos adversos sobre el sistema inmune en la vida adulta, dejando al individuo expuesto a la acción de agentes infecciosos presentes en el ambiente, haciéndolo más propenso a padecer enfermedades, incluso cáncer y en ocasiones a verse comprometido los procesos de cicatrización. Los resultados de estos estudios llevaron al nacimiento de una nueva disciplina “La Psiconeuroinmunología”, encargada de estudiar las relaciones anatómicas y funcionales que existen entre los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino.
¿Qué sE DEBE HACER?
Como se dijo anteriormente, la Psiconeuroinmunología estudia la influencia de conductas emocionales sobre el sistema inmunológico y deja muy en claro que el manejo y el control de las emociones es una acción preponderante a la hora de gestionar el estrés. Además de unos buenos hábitos de vida, en donde se incluye una alimentación balanceada, ejercicio tanto físico como mental, existen muchas plantas que nos calman y relajan, que podrían servir como una herramienta para combatir y modular el estrés, antes de recurrir a los ansiolíticos, que están siendo cada vez más consumidos en España, siendo uno de los mayores consumidores de toda Europa y America.
Personalmente soy partidario de la idea, que gozar de una buena salud viene dado por el equilibrio que existe entre cuerpo-alma. Así pues, buena alimentación y ejercicio físico, ejercicios de meditación, combinados con un conocimiento de las plantas que nos ayudan a modular nuestros neurotransmisores, reducirían nuestro nivel de estrés y lograremos el equilibro ideal de nuestro cuerpo y alma, encontrando así la SALUD.
Dr. Jimmy Berrío Sierra
Bioquímica Vegetal